08 noviembre 2005

Mississippi Blues: Apostando por Gehry


El énfasis en la reconstrucción de Mississippi tras el paso del huracán Katrina viene a través de la mano conservadora del gobernador, gran amigo del presidente estadounidense, con un programa que favorece a la iniciativa privada sobre todas las cosas. Por supuesto - discurso idealista aparte - esto no se refiere a ayudas al pequeño y mediano comerciante que levanta su negocio y que se ha quedado con una mano delante y otra detrás, sino a los grandes socios, grandes empresas, con el control y los recursos para controlar la economía de la zona. Y esa industria en este caso y en la zona de la costa - la más dañada por la tormenta - es la industria del juego. Casinos que antes del Katrina daban trabajo a 14.000 personas en el estado más pobre de la nación e inyectaban una media de medio millón de dólares diarios en las arcas estatales.


Cierto, había empleo pero las preguntas obligadas son ¿Qué tipo de empleo? ¿Qué salarios? ¿Quién se llevaba los beneficios? Mississippi posee el peor nivel educativo de Estados Unidos ¿Pueden los trabajadores de estos lugares soñar con darles una educación a sus hijos gracias a la ruleta y las tragaperras? ¿Garantiza un reparto justo de la riqueza la intervención del sector privado que promueve la ludopatía lúdica entre las clases más modestas del estado, un turismo basado en la pobreza de sus visitantes? Así se llama despectivamente a la zona "la red neck riviera" - la riviera paleta.


La mejor muestra de turismo cultural tenía que venir en la forma de otro cebo urbano: la inevitable construcción de Frank Gehry. Su Museo Ohhr-O´Keefe de arte alojaría, alojará según los entusiastas, la colección del ceramista George E. Ohr (1857-1918) en una colección de pabellones que "bailarían graciosamente" con los robles. De nuevo la arquitectura de Gehry se convierte en salvación, en estandarte cultural del sur. Esa misma cultura sureña que obligo a los casinos a levantarse en barcazas y las mismas barcazas que durante la tormenta arrasaron la costa hasta quedar varadas como la que se estrello contra el museo en obras.








La idea de que el pecado puede flotar pero no puede estar en tierra ha muerto tras Katrina. Entre las primeras resoluciones del gobernador ha estado aprobar una ley que permite a los casinos descansar en tierra firme frente a la oposición de varios grupos religiosos.

Las críticas sobre la revocación de estos monstruos, su impacto medioambiental, el de antes y el futuro se desdeñan por timoratas o por no prestar atención a las prioridades de la zona. La prioridad lógicamente es levantar la industria del juego. Probablemente se hará de nuevo a pie de playa y continuará dañando la costa y su capacidad para drenar tormentas al mar, eliminando recursos marinos pero pescando mucho dinero.


Siempre hay gustos para todos y mientras unos le dan gracias a dios otros se las dan a Gehry. Traduzco a continuación la narrativa que me llego en forma de correo electrónico de un entusiasta del museo:

"Feliz Halloween desde el museo. Detrás de la estructura de este nuevo museo, que estaba a punto de terminar cuando aterrizó el huracán Katrina vive un hombre y su mujer en lo que fuera una casa de 1880 que restauraron con gran amor pero ahora viven en una carpa con un perro fiel atado al frente. Su terreno es caos organizado, montones de ladrillo ordenados, madera en grupitos, flores recién plantadas y la barra de un bar hecha con escombros. Durante la noche se reúnen con amigos y llenan el aire con olores de barbacoa, risas y llantos. Él jura por el día en que nació que la barcaza del Gran Casino iba directamente hacia ellos. Podía verla encima de las olas como un barco en el mar. Se volvió hacia su mujer y dijo: ¡vamos a morir! Sabía que la barcaza se llevaría su casa de un sólo golpe. Ya había casas vecinas que estaban flotando y la suya acababa de desmontarse de sus cimientos, miro por última vez hacia el sur, por la ventana del dormitorio de la segunda planta hacia la amenaza que se acercaba y beso a su mujer cuando ambos oyeron un gran chirrido entre el viento de 165 millas por hora como si el acero arañara acero.
La barcaza había entrado en contacto con uno de los pabellones del Nuevo Museo construido en honor de George Orr el ceramista loco, diseñado por Frank Gehry, fundado por Jerry O´Keefe y otros, la barcaza de 30 metros había aterrizado en la estructura de acero, parando en seco e incapaz de continuar en su viaje salvaje. Dijo que él y su mujer siempre estarán agradecidos al Señor Gehry y a su amor al acero por salvar sus vidas..."


Mensajes relacionados
Politiqueo: Bush ante la emergencia del Katrina
Mississippi Blues: Nuevo urbanismo y el viejo sur
Mississippi Blues: Mirando al futuro
Mississippi Blues: La vida al volante
Mississippi Blues: No se vayan todavía...
Mississippi Blues: Los usos del gobierno
Mississippi Blues: Ideología como desastre
Mississippi Blues: Gorenflo Elementary School
Mississippi Blues: Tras el huracán Katrina
Actos de dios: ¿los desastres nacen o se hacen?
El horror: Germancito ante el huracán Katrina