22 diciembre 2005

Viajes: En tránsito


Con la huelga histórica por la que pasa el trasporte público en la ciudad de New York quizás me encuentre el aeropuerto JFK donde hago escala de está guisa. Aunque espero que con algo de fortuna pueda hacer la próxima comunicación desde la península...

Buen transito y felices festividades a todos,

Daniel

PD: Los que sufren anemia de navidad pueden pinchar aquí.


PPD: Las imágenes se corresponden al aeropuerto BWI durante la pasada celebración del Día de Acción de Gracias. Las terminales nacionales sufrían la mayor saturación del año mientras la internacional lucía así. Tan relajada estaba la cosa que hasta mostraban la cervecita sin pudor en la puerta de embarque...





21 diciembre 2005

El horror: Ninguna educación


"Tus vacaciones no deberían reventarte la cuenta bancaria. Para eso ya está lo que cuestan los estudios."

Eso es lo que viene a decir esta promoción de los vuelos de la aerolínea airTran. Desafortunado al límite de la ofensa pero por otra parte triste reflejo de la cultura por la que trascurren las generaciones por los Estados Unidos: un sistema educativo deficitario que beneficia a las élites y fuera del alcance de los bolsillos más modestos mientras se incentiva al consumo como oportunidad de vida; extraordinario consejo financiero que tiene gracia porque carece en absoluto de ella.

20 diciembre 2005

Cultura urbana: Ciudad herida


Artículo original en ESETÉ 17: En doble fila

Si la simbiosis parasitaria del coche con la ciudad a veces quizás sea beneficiosa, en la crisis el parásito huye o cae inerte dejándonos desnudos ante la dependencia creada. Algo tan urbano como las huelgas, la crisis del combustible, los ataques terroristas, los apagones eléctricos, las inundaciones, los huracanes o los golpes de estado dejan al vehículo particular convertido en un adorno frívolo e inútil.

Si el síntoma son ciudadanos inundando las calles buscando la supervivencia, el problema será la dependencia del trasporte rodado, en particular del coche como caparazón en la carretera aislándonos de la interacción directa entre iguales.

Si en la ciudad herida el coche nos hace más vulnerables será quizás ésta la revelación necesaria para reclamar centros urbanos más densos y accesibles. O por el contrario como defiende el Ministerio de Defensa estadounidense el problema es la dependencia de la ciudad, incapaz de responder a las emergencias y lo que hace falta es generar una dispersión de operaciones que nos haga más fuertes y que utilice al coche como símbolo de su poder.

¿Si vivimos dispersos se buscará refugio en la urbe densa durante la crisis? ¿Cuando se vea a los trabajadores, a los empleados, vagando por las carreteras vacías hacia los centros urbanos nos daremos cuenta que somos peregrinos del caos? Ni la dispersión, ni la represión, ni las barreras nos harán más seguros o más felices. Mientras tanto mi coche es mi reino.

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