30 septiembre 2005

Mississippi Blues: Los usos del gobierno


Uno de los debates recurrentes frente a la catástrofe desatada por el huracán Katrina ha sido sobre la incapacidad del estado para aliviar la catástrofe frente a la privatización o capitalización de la actividad pública. El error de partida es asumir que existe tal dicotomía, que de algún modo público y privado son conceptos estáticos e impermeables. Y la respuesta está ante nuestros ojos: un gobierno minusválido, obeso y desorientado invitando a copas a sus amigos para que hagan su trabajo.


Quizás una muestra de lo que me encontré en Biloxi, Mississippi sea ilustrativa. Allí representé a un grupo ofreciendo evaluaciones del daño a edificios gratuitas y voluntarias para los afectados. Como habíamos hecho desafortunadamente en previas ocasiones se coordinaba con la Administración Federal para la Gestión de Emergencias (FEMA) ofreciendo citas desde sus centros de emergencia. Fuimos afortunados de tener un vehículo propio para buscar por la zona un centro de emergencia FEMA. En las horas que tardamos en alcanzarlos, agencias como la Cruz Roja o la Salvation Army trabajaban sin cesar en centros improvisados. Cuando nos aproximábamos a uno de estos lugares a buscar a FEMA sus trabajadores se abalanzaban preguntándonos ¿sois FEMA? ¿Sois FEMA? A pesar de la falta de certeza terminamos encontrando su centro al final de la tarde. Sin una persona fuera haciendo cola tuvimos que pasar tres controles, tres interrogatorios hasta que obtuvimos la oportunidad de reunirnos con el gerente del centro.


El primer síntoma, y quizás el más grave, fue decirnos que si no estábamos prerregistrados en el sistema de contratación para el sector privado de FEMA no podíamos estar allí. Cuando le explicamos que no nos convencía el argumento su siguiente excusa fue que comprometeríamos la privacidad de los afectados. Tras volverle a explicar que nuestro servicio es voluntario y gratuito, convirtió su extrañeza en otra reunión con dos de sus subordinados. Los detalles apestan, baste añadir que nos contaron que estaban solos, no estaban coordinados con ninguna otra agencia. El clímax fue cuando nos preguntaron que si sabíamos donde estaban los demás centros de FEMA en la zona. Así, y al aprender que para recibir servicios en su local hay que tener cita previa a través de internet o por teléfono entendí porqué estaban medio vacíos cuando el resto de la zona vivía horas frenéticas de asistencia y limpieza.
Imaginemos por un momento que si yo me creo frustrado, molesto, incluso quizás desesperado ¿que sentirán los ciudadanos, los que realmente han sido victimas de este suceso, de esta situación, y que tienen por delante meses o años de reajuste?


Me han contado que hay varios centros de asistencia independientes que han empezad a poner carteles donde se lee "NO QUEREMOS FEMA", "NO FEMA"
FEMA ha sido desmontado y su capacidad comprometida. No era así antes.
La responsabilidad y los recursos para mantener un interés y una presencia en las zonas afectadas radican en las agencias gubernamentales. Es por eso crucial ver a una FEMA hábil como referente en la situación y facilitando efectivamente los esfuerzos y recursos generados por el abanico de la sociedad civil. Pero mientras FEMA no sea eso, y como diría su jefe, si no es con FEMA va ha ser sin FEMA...


No sólo se están dando contratos no competitivos a dedo, a este ritmo el paso lógico será expropiar Halliburton, sino que se está derrochando el dinero de modos surreales: contratos no competitivos para alquilar tres barcos crucero para ayudar a damnificados (en realidad trabajadores de FEMA), por $236 millones de dólares.

"Si los barcos estuvieran a capacidad completa, con 7.116 evacuados durante seis meses el precio por evacuado sería de $1.275 a la semana. Un crucero de siete días saliendo de la zona cuesta $599 por persona, incluyendo entretenimiento y la operación del barco."

Estados Unidos ha reducido a su gobierno a un esperpento circense donde ahora el payaso de FEMA está la pista central corriendo en círculos con los pantalones ardiendo y sólo se le ocurre apagar las llamas lanzando dinero a la audiencia. Que nadie se llame a engaños, no estamos ante un problema de libre competencia, esto es incompetencia atada y bien atada.

Borrador del texto publicado originalmente en la Red Progresista antes del ataque informático de octubre.


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