13 julio 2005

Sociedad: Tocando los genitales II


Bueno, pues parece que esta sí que va a ser una nueva línea editorial del País, el cual publicó en su portada digital de ayer el siguiente artículo: El error de Woody Allen - Diferentes estudios muestran que la homosexualidad tiene un importante componente genético. De Ignacio Morgado Bernal, catedrático de Psicobiología del Instituto de Neurociencia de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Se trata de otra argumentación pseudo científica que en el mejor de los casos, y tras un mejunje de citas inexactas y estudios inconexos, argumentaría que la inclinación sexual tiene un componente genético irrefutable. De aquí se extiende el "análisis" a la incidencia homosexual por criarse en un entorno de padres del mismo sexo... En ya se comento este asunto (Sociedad: Tocando los genitales I) pero como parece que seguimos con el desfile de despropósitos dogmáticos vamos allá de nuevo. En particular me agarro al reincidente ejemplo de los estudios de LeVay en 1991 que vuelve a ser el pilar central del artículo, donde dice:

"En 1991, el norteamericano Simón LeVay publicó una investigación con cerebros de individuos fallecidos que mostraba que parte del hipotálamo, una región del cerebro relacionada con las motivaciones, era más del doble de grande en los hombres heterosexuales que en los homosexuales. Se sabía ya que dicha parte era mayor en los hombres heterosexuales que en las mujeres. Estudios posteriores han confirmado esas diferencias mostrando además que son sólo de volumen y no tanto de contenido, pues el número de neuronas dentro de esa parte del cerebro no es muy diferente en hombres o mujeres de una u otra orientación."

Yo también tengo mis clásicos modernos y voy de nuevo a por "The Trouble With Nature" de Roger Lancaster que dedica unas páginas al estudio de LeVay, donde se apuntan a las inexactitudes metodológicas del trabajo en el que se examinaron los hipotálamos de 41 cadáveres. Durante su vida la ficha médica de 19 de los sujetos los describe como homosexuales (incluyendo un bisexual). No se sabe ni durante cuanto tiempo, ni con que grado de consistencia o incluso si los propios sujetos se describían a si mismos como homosexuales. Sólo se sabe que se les puso esa denominación en su ficha médica. Ni tampoco se sabe como se describían el resto de los sujetos pero para el propósito del estudio de LeVay a los otros 16 varones se les supone la heterosexualidad y todas las seis mujeres se asumen heterosexuales. La diferencia en el tamaño de los hipotálamos es media y no absoluta, es decir algunos de los hombres del grupo homosexual tenían hipotálamos mayores que los heterosexuales. Lancaster recuerda que este tipo de resultados dentro de una muestra tan reducida rozan el margen de error estadístico.

Hay mucho más. Asignar el tamaño del tercer núcleo del hipotálamo (que es lo que realmente medía LeVay) es problemático. La complejidad radica en diferenciarlo del resto del tejido que lo rodea. El examen lo condujo el propio LeVay y no un colega imparcial. Lo cual es una falta de rigor poco frecuente en este tipo de investigaciones. Lo que es peor aún, todos los hombres marcados como homosexuales en el estudio murieron de causas relacionadas con el virus del SIDA. Tanto el SIDA como los tratamientos preventivos del HIV se sabe que afectan a un número de tejidos cerebrales. En publicaciones más rigurosas (incluyendo la propia de LeVay "The Sexual Brain" P122), LeVay admite que sus descubrimientos están sujetos a una variedad de interpretaciones. No existe manera de partir de estos estudios para decir que las causas son biológicas o sociales. Lancaster va más allá y argumenta que demasiadas actividades vitales afectan órganos y tejidos corporales para concluir que las diferencias del tercer núcleo del hipotálamo son de origen biológico, de hecho nada elimina que esas trasformaciones sean consecuencias de las pautas de comportamiento social de los sujetos a lo largo de sus vidas. LeVay está convencido que "nació gay" y que la explicación biológica ayudará al movimiento gay y lésbico. LeVay le dijo a la revista Newsweek (24 Febrero 1992): "Sentí que si no encontraba ninguna [diferencia entre el hipotálamo de hombres gay y heterero] dejaría mi carrera científica ahí mismo."


Mejor que LeVay no ayude a nadie.

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