05 mayo 2005

Arte gráfico: Domesticando la calle mexicana


Acabamos de salir de la exposición Sensacional: grafismo callejero mexicano en el Instituto de Cultura de México en Washington DC. Una exposición organizada por la Agencia Trilce que surge tras un libro, un tour (Barcelona - California - LA - NY), el apoyo de gente famosa y muchos productos periféricos como bolsos y cuadernos de notas que se apropian de la iconografía popular que pretenden defender. Prometían una muestra del grafismo urbano que aparece por las esquinas de México: Salones de belleza, taquerías, cantinas, taxis, restaurantes... Y en realidad de lo mas interesante son los carteles que mezclan de protección industrial y ayuda al estudiante. ¿Ya no estamos en el entorno callejero, si no en el popular? Eso les gustaría hacernos creer. Durante la presentación dijeron que los autores populares son gente sin formación. Es fácil generalizar y apropiarse así de las obras. Hay de todo, desde profesionales preparados a gente que meramente se dedica al grafismo para ganarse el pan. Durante la presensación Déborah Holtz, directora de Trilce, se atrevió a decir que la línea que separa el arte del no arte es muy delgada y que gracias a presentar las obras ampliadas, modificadas, en la galería se convertían en arte, como el Pop Art, que ese sí que era arte. Es decir, que gracias a ellos estas manifestaciones ahora sí que son alta cultura. Para que hagan proyectos como este yo diría aquello del: Gracias, no me ayuden más. Afortunadamente institucionalizar la expresión de la calle no significa controlarla y en general el material que no han retocado es interesante.


La presentación del proyecto a través de internet copia todas las buenas formas de iniciativas como la de Proyecto Cartele sin su frescura. Solicitan espontáneamente fotos que han de ser acreditas de un modo que la exposición no respeta. Como comisarios de galería son nefastos: poco rigor, pocas explicaciones y muchos prejuicios. David Byrne es uno de los padrinos del chou, cuyas citas, dependiendo del contexto, son o bien burdos estereotipos o tristes mal interpretaciones en torno a la producción popular y las nuevas tecnologías. Por ejemplo, condena la supuesta perfección del diseño digital que ha provocado el gusto por la nostalgia de lo imperfecto. ¡Cualquiera puede hacer un diseño perfecto! Una estupidez similar se oía en los pasillos de las facultades de bellas artes mucho antes del uso extendido de las computadoras. Como si no se pudiera ser incapaz con un teclado delante. La parte de razón que pudiera tener se merece un debate más serio.


Para aproximarse a una lectura más potente de la vida mexicana popular para no iniciados me tengo que quedar con cosas como el numero 15 de ESETÉ dedicado a México por la gente de AMASTÉ. Siempre mucho más fiel al espíritu iconoclasta y de participación abierta que estos amigos de lo ajeno.

En fin, para aquellos que disfruten de las celebraciones nacionalistas a través de las victorias pírricas: ¡Feliz cinco de mayo!