01 febrero 2006

Blogoteca: Quitamanías


El gusto que da revindicar lo raro que es uno, aunque teniendo todos rarezas esto será algo común... Y entonces no seremos tan raros, o serán temas culturales, sociales, de clase o de estado de ánimo. En fin, voy a entrar a trapo con el gol que me ha intentado meter el bueno de Jimmy Jazz, el cual consiste en una invitación donde:

Se te invita a escribir un mensaje en tu blog, a propósito de tus extraños hábitos, manías y neurosis, debes también indicar claramente la legislación que rige este proceso. Al final, debes escoger 532 nuevas personas e indicar y añadir el link de su blog o diario web, detalles bancarios y cédula de identidad. No olvides dejar un comentario en su blog diciendo:"Has sido elegido. Eres el nuevo Mesías" y dices que lean el vuestro por aquello de la reciprocidad de funciones.

EL UNO

Manía, manía, lo que se dice manía no es, aunque hay algunos que discrepan, pero que me sirvan la copa de Castellana con hielo después de haberla pedido sola - siempre - que me la vuelvan a traer apalomitada, que me digan que es una nueva y no me la quieran cambiar, se la lleven y me la traigan igual:

- Que te hemos puesto una nueva

- Pues esta aguada. Por favor me pones otra. No me importa pagarla.

E insisten que sale así, que el anís sale blanco de la botella y tengo que acabar yendo detrás del camarero para que ponga una nueva delante mío, de malas maneras y que se quede con jeta de mus cuando se colocan las dos copas juntas, blanca aguada frente al claro anís, no tiene perdón.


Estupendo al que le guste el anís aguado, a mí no, y que no me intenten vender la moto de las propiedades físicas del anís que se lo que pido. Al salir del local el dueño me pide perdón y admite que nunca me pusieron la copa de nuevo y que sólo me habían quitado los hielos:
- Disculpa pero es que no estamos acostumbrados a servir anís.
A lo que no están acostumbrados es a servir lo que se les pide y a corregir sus errores poniendo una nueva copa y no quitando los hielos para ver si cuela... Pero manía, esto no es manía.


EL DOS
Lanzar juicios de valor donde la opinión ignorante se utiliza para reivindicarse y definir muy limitadamente el entorno me trae por la calle de la amargura. Hay dos buenos ejemplos en áreas que me interesan particularmente.


Arte: Oír aquello del "esto no es arte" o "habrá que preguntarse si es arte" si no me lo cuido me puede producir un ataque que ni la niña del exorcista. Si viene de alguien sin formación artística o sin interés por el tema no es tan grave. He visto a muchos que con satisfacción se ve liberados al pensar que se puede decir que una obra es mala, que no les gusta, que no la entienden y se puede empezar a hablar del tema. Vaya, Luís Cobos era un bodrio pero ¿era música? Pues eso... Ah, y los que te cuentan que arte es sólo lo que ellos califiquen como arte, o lo que a ellos les guste, o que esto venga de gentes formadas... Bueno, tema para futuros mensajes.


EL TRES
Ciudades y urbanismo: Que se diga tan habitualmente, sobre todo en Washington DC: "Esto es como un pueblo". Vamos a ver, que el círculo de amistades sea pequeño, que los entornos de poder sean limitados, excluyentes, que la gente no salga de su entorno social es una cosa. Otra muy diferente es que una ciudad de medio millón de habitantes y un área metropolitana de unos cinco millones no se conozcan y que no haya relaciones con gente más allá de una esfera determinada. Lo cual no tiene que estar necesariamente mal (aunque creo que refleja otros problemas) pero no es un pueblo. Si sales a los mismos sitios, frecuentas los mismos eventos y ves a la misma gente, te habrás montado tú tu pueblo.


EL CUATRO
Uy, esto más que manía debe de ser un ramalazo de la educación que no debería tener. Una cosita conservadora y estirada que a veces me pasa. Llevo muy mal no ya que hablen con la boca llena sino que se haga mucho ruido intencionado al masticar mostrando el bolo alimenticio y de remate que después esa persona se chupe los dedos con fruición, persona que puede que esté trabajando contigo, con la que compartes documentos y manejas proyectos. Tuve un jefe hace unos años que lo hacía tal cual.

Además parece que hay un componente social: te están mostrando que la comida la están disfrutando más que tú, que les gusta más, que no te chupas los dedos, que no sabes hablar con la boca llena! Y yo lo de las diferencias culturales lo respeto mucho pero aquí voy necesitando que se respete la mía. Al que le guste chuparse, que se chupe, y el que se relama que lo haga a gusto, pero por favor que ni me hablen mirándome al ojo cuando lo hagan ni estén pegados a mi oreja!

EL CINCO
Y esto si que tiene que ser manía porque uno debería ser fuerte, que ya se tienen unas tablas y se han visto unas cuantas cosas. Me empezó a pasar con el expresidente del gobierno español y después se consolidó con el presidente estadounidense: no los puedo aguantar oír hablar. No puedo. Sencillamente no puedo. Se produce en mí una reacción animal, blasfema, irracional... Puedo leer lo que dicen, puedo debatir lo que haga falta acerca del valle de lágrimas por el que nos están metiendo, de veras, puedo... Pero cada vez que les escucho me pongo a mil por hora. Es una cosa malísima.



Ahora, si tuviera que pasarle el mochuelo de las extrañezas personales a alguien le tocaría a:
La vecina del octavo de mi antiguo portal

A ese que me lee siempre desde la corte del partenón

Al Javete que no le veo desde que salimos del cole

Al dueño del Todito Grocery

Y al jefe de la planta de caballeros del Corte Inglés en Oviedo


Pero, Jimmy, no tienen bitácora...