17 junio 2005

Arquitectura: Fascismo urbano y profesional


Gary Cooper como Howard Roark en El manantial (The Fountainhead) guión adaptado por Ayn Rand de su novela del mismo título, dirección de King Vidor, 1949.

El pasado lunes 13 escuché en la Ciudad Invisible de Radio 3 una entrevista con José Juan Barba, arquitecto y director de la revista Metalocus celebrando los16 números de la publicac
ión. Es una revista respetable que pulula entre el elitismo arquitectónico, la diversidad de la cultura del proyecto y la pornografía del diseño. En defensa de Barba he de decir que fue en general muy solvente y de hecho defendió muchas cosas que comparto como la necesidad de revitalizar ciudades entendiendolas como lugares híbridos con una ciudadanía activa y representada en sus plenos derechos. Hizo en este sentido varias reflexiones interesantes pero también comentó dos cosas que encuentro problemáticas.

En el contexto de la diversidad urbana dijo que en Estados Unidos existe un miedo al desarrollo, a la vivienda, cerca de los centros de transporte como una parada de Metro. Un miedo dirijido a quien pueda salir del metro y encontrarse al lado de tu casa. Añadió que esto en el fondo constituye un fascismo encubierto. Decir algo así a pelo es mucho decir. Empecemos por aclarar que Estados Unidos y sus ciudades están repletos de graves problemas entre ellos discriminación y racismo en muchas formas e incluso yo me atrevería a decir que existe un fascismo popular, no encubierto, en algunos sectores de la vida pública americana. Pero me resulta gratuito generalizar una teoría del miedo en torno a los lugares de transporte, en particular las estaciones de metro, máxime cuando existe un gran movimiento en la comunidad profesional para promover el "desarrollo orientado al transito" (TOD - Transit Oriented Development) que encuentra dificultades m
ás por la estructura inmobiliaria y la demanda mercantil que por un problema perceptivo. Y por otra parte son muchos los ejemplos en Estados Unidos donde bien las viviendas más valoradas se encuentran en torno a estaciones de metro y/o nuevas estaciones de metro elevan la gama de precios de las viviendas que la rodean. Quizás haya una relación entre una cultura fascistoide y el transporte pero habría que articularlo de otro modo.

Pero lo más grave no fue esto. Estaba hablando de como el arquitecto educa a su cliente o como lo más importante es saber escuchar y gestionarlos, cosas que aunque sean en parte ciertas también son tópicas del chapurreo clasista de la profesión. Frecuentemente esto se usa para hablar de
élites y desde una despreocupación por los valores sociales de la arquitectura y la implementación técnica de los proyectos. En este contexto dijo que lo difícil era eso, convencer, hacer entender a la gente normal que opciones son preferibles. Probablemente no eligió las palabras adecuadas pero cuando los arquitectos se refieren a la población sin formación profesional similar a la suya como a "la gente normal" van a tener razón y consecuentemente ellos serán unos anormales.