10 mayo 2005

Ciudades: Villa El Salvador - Lima


Hace poco tuve la oportunidad de empezar a conocer Lima, la capital del Perú. Un lugar duro, entrañable y fascinante donde el desarrollo refleja la separación social entre los que tienen mucho, los que no tienen casi nada y los que no quieren saber nada de ello. Allí tuve el placer de conocer al arquitecto Gonzalo Li Pérez que entre otras cosas me mostró de cerca el fenómeno de las invasiones, las tomas de terreno populares u ocupaciones, a lo largo de la autopista Panamericana Sur. Él fue el primero que me dijo que si me interesaba todo esto y entender cómo de las invasiones de dos esterillas y una mínima asociación de residentes se hacia comunidad y barrio tenía que ir a ver Villa El Salvador. Así que al día siguiente, mi último día en Lima, dediqué buena parte de mi tiempo yendo a conocerla.



La visita mereció mucho el esfuerzo. Villa El Salvador se constituyo en 1971 como una municipalidad de Lima tras otra ocupación de los terrenos de Pamplona y muchas jornadas de vida bajo las esterillas, amenazas de desalojos policiales, violencia institucional y una constante organización vecinal. Su historia no tiene desperdicio para entender el fenómeno de las invasiones y la propiedad en el Perú moderno. Una zona que empezó con una invasión formada por unas 80 familias hoy tiene cerca de 400.000 habitantes.


Una de las razones de su éxito fue que al organizarse, al registrarse, los ciudadanos se convirtieron en votos. Y así comenzaron a existir, al menos en los ojos de los políticos que entendiendo la base que se estaba desarrollando empezaron a prometer el desarrollo de infraestructuras y crecimiento económico. Triste realidad de la vida política donde unos son más ciudadanos que otros. Y aun hoy es escenario de presentaciones populistas que desafortunadamente no conozco en demasiado detalle pero durante mi breve estancia en Lima hubo mítines sospechosos de mano de la máquina electoral de Alan García en Villa El Salvador así como una pelea constante para apropiarse del capital político que genera ser el creador de la línea de tren elevado que aún no se había puesto en marcha. De hecho muchas de las manifestaciones reclamaban al gobierno de Toledo que no intentara poner esta línea de transporte público en marcha ya que el no fue el que la planificó. Supongo que esta no es falta de Villa El Salvador si no de la realidad política del Perú actual del cual esta municipalidad es una parte de pleno derecho.


Villa El Salvador es en cierto sentido un lugar áspero y modesto pero su historia, su existencia, tiene una gran historia de dignidad y lecciones que aprender y nunca olvidar. ¿Cual es el proyecto social desde el que continuar y cómo ponerlo en marcha? Esa es la dura pregunta. Las invasiones de terreno se continúan extendiendo así como la división entre ricos y pobres. La creación de una clase media que no represente un colchón entre clases si no una transición hacia el reparto de la riqueza va a ser muy difícil lograr sin una acción consciente y constante.